Muchas gracias, campeón. Desde esta noche eres el número uno, lo eres para el público de este circo kitch que es ahora la F1, para la gente que ama los motores, por la poesía que se esconde incluso en las trayectorias de los coches más veloces del mundo, para quien sabe que las emociones de la vida se esconden y nos esperan a cada momento, quizás en la próxima curva. Gracias, Max Verstappen, estrella de primera clase desde que tenías 18 años y 7 meses y ganaste tu primer Gran Premio, hace cinco años.

Pero esta vez has hecho más en el circuito de Abu Dhabi, cuando en la última vuelta has superado a Lewis Hamilton, tu rival de siempre, el mejor piloto de la historia (con Michael Schumaker) con siete títulos mundiales, pero sobrio y casi aburrido fuera y dentro de la pista, mecánica expresión de las carreras de F1 que se ganan más en los boxes, en las reuniones tácticas, que en la pista. En igualdad de condiciones necesitaba ese maldito adelantamiento. Que fue y hizo vibrar las gradas del circuito árabe. En el momento en que escribimos no sabemos si todavía han ratificado tu victoria: el Mercedes de Hamilton ha presentado dos recursos para el adelantamiento final, apelan a reglas que a esa velocidad no deberían existir.

Pero eres campeón indiscutible y para todos porque, tan indisciplinado y tan temerario como eres, tan capaz de ver adelantamientos donde otros sólo ven barreras, has traído de vuelta las emociones a este deporte y aún esperanza de que la imaginación vale más que cualquier otra cosa. Has reescrito las reglas de este mundo triste, agarrado para ganar o ganar centavos menos para el cambio de neumáticos o milímetros menos para un alerón, un mundo hecho ahora de ingenieros y no de maravillosos poetas como tú (que tenías un coche peor que Hamilton). 

Gilles Villeneuve, el último de los cantores de la velocidad, te lo agradecerá desde el cielo. A nosotros nos enseñaste que el espacio delante – tú en el Red Bull con el que surcas los circuitos, nosotros en la vida cotidiana – sólo tiene que ser pensado y dibujado como queramos.

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