Tiene “dotes de gestión poco comunes”, una excelente relación con la CDA (presidida por Evelina Christillin) que lo ve como el artífice del crecimiento del Museo Egipcio hasta convertirlo en una excelencia mundial, es estimado por todos. Pero se ha convertido, a su pesar, en un caso político. Christian Greco, el respetado director del Museo de Turín, no le gusta al concejal regional Maurizio Marrone di Fratelli d’Italia, que ha pedido que no sea confirmado en su papel.
Marrone fue desmentido inmediatamente por Rosanna Purchia, concejala de Cultura: “Habló a título personal”. Pero, sobre todo, fue desmentido por 92 destacados estudiosos de todo el mundo, incluido Tarek Tawfik, presidente de la Asociación Internacional de Egiptólogos, quienes, al conocer la queja, destacaron la experiencia científica de Greco. Historia, esperamos, cerrada. Greco tuvo una “riña” con Meloni hace cinco años.
Tres consideraciones. La primera es para que la mayoría se preste a estas figuraciones que terminan también en la prensa internacional: ya ha llenado el país de parientes y recomendados, que se contenga. La segunda es que la cultura no se sustituye, a menos que se quiera borrar o eliminar. Al igual que se trata de hacer con el joven y bueno (a juicio de todos) director del Egipcio. La tercera: dejar perder la Cultura, la verdadera y universalmente reconocida, no es para ellos.
Griego impasible: “Soy egiptólogo y lo seguiré siendo aunque tenga que ir a servir capuchinos en un bar de Porta Nuova. Teniendo esta responsabilidad increíble siempre me hago fuerte en el hecho de que todo es insignificante en comparación con la vida de nuestros objetos. Son objetos que tienen una vida de 3500 años. Los directores pasan, el museo permanece aquí desde hace 200 años”.
