Si Xavi además de transferir su experiencia y talento al banquillo no hace un milagro, los aficionados de Barcelona tendrán que conformarse con esta temporada de ver espectáculos deprimentes como el de ayer en el Camp Nou. Los desafortunados ayer eran sólo 37 mil. Tuvieron que asistir a la repetición de uno de los partidos del exonerado Ronald Koeman. Ni siquiera Sergi Barjuan, que será el barquero hasta la llegada de Xavi una vez que los árabes le hayan liberado del contrato, ha podido traer de vuelta a la vida a un equipo que sigue defraudando y pasando malos momentos, como el del 41 (el resultado fue de 1-1 gracias a una ventaja firmada por Depay y un empate casi inmediato de Luis Rioja) cuando Aguero se puso la mano en el pecho y se hizo reemplazar. ¿Un probelma de corazón? Se verá, mientras tanto muchos han visto la desagradable escena que hacía “pendant” con el juego de los blaugrana. Una crisis que no tiene fin, se necesita un mago. Los aficionados esperan que Xavi lo sea, tal vez que devuelva la invención del tiki-taka al Camp Nou. Bastaría incluso con ver jugar al fútbol. Dieciséis puntos, cuatro victorias, otros tantos empates y tres derrotas: nunca el Barcelona había estado tan bajo. Y la solución podría ser “el año que viene”.

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