Gran Betis. ¿Pero de qué sirve la tecnología si no corrige las decisiones de un mal arbitraje?

Sólo un novato confunde un juego peligroso con uno violento. La tarjeta roja dirigida a Álex Moreno – con una hora de juego delante – ha cambiado un partido que el Betisiì interpretó como un gran equipo: primero imponiendo juego y geometrías, luego resistiendo a la injusticia con orgullo y solidez de equipo. Más no podía hacer. Es un grupo que convenció y se convenció de que merece estar allí arriba, luchando por un lugar Champions. Pero ayer, dos puntos, casi seguros a nuestro juicio, aunque falta la contraprueba, se desmaterializaron por errores humanos que a estos niveles no admitimos.

Una expulsión injusta es falsificar una partida. ¿Y la falta de la mano del defensor del Rayo no era penalti? ¿Y para qué sirve la tecnología si sólo hay uno que decide? En las palabras que el Betis compartió en las redes sociales toda la amargura de quien es siempre respetuoso pero al final ve injusticias evidentes: “El arbitraje de hoy es incomprensible. La función de los árbitros es impartir justicia, no la ignominia que he vivido hoy” añadiendo otros episodios como la “falta previa al gol y falta de William Carvalho cuando se quedaba solo”.

En Vallecas volvimos al fútbol de hace décadas, al error arbitral reiterado permitido, a depender de los estados de ánimo del único juez. Después del penalti inventado en favor del Real Madrid el sábado, esperábamos que los equívocos hubieran terminado. Y en cambio, se han multiplicado por cuatro.

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