Sevilla, la política toma velocidad antes del verano. Entre tramas y malhumores

Aunque Madrid es quien manda, los partidos – y no sólo los de Eurocopa – se juegan todos en Sevilla. ¿Quién habría pensado que, tras la contundente victoria de Juan Espadas en las primarias PSOE y el deseo de venganza de Ferraz contra Susana Díaz (“¡que se vaya inmediatamente y abandone la presidencia regional!”), el alcalde de Sevilla optaría por la vía de la conciliación? ¿Que tal rechazo de las maneras fuertes lo extendería también a las relaciones con la Junta? El presidente del Gobierno regional, Juan Moreno, que ha subrayado una vez más que se encuentra a gusto “en la moderación” se reunió con Espadas después de comprobar su disponibilidad a negociar un resultado para la famosa Ley del Suelo, a quien quiere mucho, pero que es parada si PP y Vox no se aclaran sobre el tema.

¿Nuevas alianzas a la vista? Por ahora se mira la sinceridad de los propósitos, que aún no están claros: las negociaciones sobre ley del Suelo, gestión de los fondos europeos y financiación autonómica aclararán cuántos nuevos espacios políticos pueden crearse. El cambio de tono político que trajo Espadas después de la confirmación popular de que el próximo candidato a la Junta para el PSOE será él se refleja también en el caso Díaz: Juan y Susana Díaz han llegado a un acuerdo para cerrar la transición de liderazgo. La “ligereza táctica” con la que se mueve Espadas podría dar sus resultados, a menos que sea el único y simple intento de ganar tiempo.  

Mientras tanto, también en lo que es la actual oposición al Ayuntamiento, es decir, en la casa PP, hay algunos cabos sueltos, no sólo en la capital andaluza, sino también en las relaciones con Madrid. El portavoz municipal, Beltrán Pérez, que ya ha saludado a todos a través de los medios de comunicación (“orgulloso de haber collaborado en los intereses de la ciudad”), en realidad podría continuar por un año más. Todo dependerá del famoso “acuerdo de integración” entre las dos partes: entre la presidenta del PP sevillano, Virginia Pérez, y Juan Ávila, alcalde de Carmona y antiguo adversario (que Beltran Perez apoyó). Un acuerdo que ha sido congelado y crea un poco de sudor frío en Génova.

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