“Obedezco”. Italia decidió quién será su nuevo Presidente, después de días de caos y de acuerdos fallidos sobre nombres que no han “calentado” a nadie. Se ha vuelto a la solución más clara y menos problemática, al hombre de las instituciones, al Presidente que ha demostrado en los últimos siete años una gran capacidad de mantener al país unido, en años difíciles. El Mattarella bis apareció la única opción después de siete intentos en blanco, cuando los estrategias del centro-derecha pusieron de manifiesto sus límites. Al haberse retirado Berlusconi, que no tenía suficientes votos, ni siquiera los nombres de Casellati, Nordio y Pera recibieron el apoyo de los demás grupos parlamentarios.

Al final todos contentos por la confirmación del Presidente saliente, aparte de Fratelli d’Italia, el partido de derecha dirigido por Giorgia Meloni, que habló de “espectáculo indigno” y relanzó la recogida de firmas para la elección directa del Presidente. El dato político más importante ha sido la falta de cohesión del centro-derecha, también ausente de estrategia común: la propia Meloni ha hablado explícitamente de la necesidad de una refundación.

Con Mattarella Presidente, Mario Draghi seguirá siendo Presidente del Consejo a menos que, tratado mal en la carrera al Quirinale al cual había decidido participar, no quite el saludo en falta de garantías de gobernabilidad. Ha sido la quinta elección más larga de la historia republicana: sólo Saragat, Leone, Pertini e Scalfaro se han convertido en Presidentes con más votaciones.

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