El Papa se pone de nuevo en camino y siempre en dirección de los últimos y de los olvidados. Encontrará a los refugiados de Lesbos

El viaje del Pontífice de mañana al domingo a Chipre y Grecia es todo en el signo de los últimos y olvidados. Son los emigrantes que el Papa Francisco volverá a visitar en la isla de Lesbos, el campo de refugiados que es una especie de infierno aquí en la tierra. Lo hará por segunda vez, después de la misión en 2016, cuando por sorpresa regresó a Roma con doce refugiados. 

“Si el Papa lleva a alguien consigo, veremos – dijo esta vez su portavoz Matteo Bruni – Algunas opciones estaban en estudio pero también por la complejidad de estas operaciones y la normativa, normalmente estas cosas se dicen después, al menos cuando son ciertas”. El valor simbólico de Lesbos es la enésima prueba de la cercanía del Papa Francisco a los que sufren y a los olvidados por los hombres. 

Se reunirá con unos doscientos inmigrantes: la mayoría afganos, iraquíes, sirios y africanos, como somalíes y congoleños. Gente que pasa, como ha subrayado Bruni, “buena parte del día en el campo, y eso no hace sino aumentar la frustración y el sentido de espera, sobre todo de los menores”. 

Con respecto a la visita a Chipre, el padre Jerzy Kraj, religioso franciscano, vicario patriarcal allí, comentó: “El Pontífice sigue yendo a las periferias, y tenemos el deber de seguir su llamada. Incluso aquí que somos la periferia de Europa”.

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