La despedida de Mattarella como Presidente es un himno a la moralidad, al interés general y al respeto de la Constitución

Es de su unidad “institucional y moral” que Italia podrá elevarse. En su último discurso como Presidente, Sergio Mattarella destacó las necesidades futuras de un país que, en el momento histórico que está viviendo, debe evitar saltos en la oscuridad con “un patriotismo concretamente expresado en la vida de la República”. 

Un discurso sobrio, en un escenario insólito, con detrás una simbólica ventana abierta sobre los jardines del Quirinal. En el respeto moral y civil de la Constitución podrá elegirse el nuevo Garante del Estado, el Presidente que será elegido en los próximos meses, el que, según Mattarella, deberá “despojarse de toda pertenencia y hacerse cargo del interés general”. 

Su tarea “ha sido facilitada por la conciencia del vínculo, esencial en la democracia, que existe entre las instituciones y la sociedad, y que nuestra Constitución dibuja de manera tan puntual”: el nuevo Presidente deberá “salvaguardar el papel, los poderes y las prerrogativas de la institución que recibe de su predecesor y que debe transmitir íntegros a su sucesor”. 

Ha descartado, Mattarella, un septenio bis, pero está claro que está dibujando el retrato de un sucesor que sólo puede ser de altísimo perfil moral y civil. Y sobre sus años, dictados por la mierda y la pandemia, el presidente quiere transmitir un mensaje de esperanza: “Nos hemos levantado. Gracias al comportamiento responsable de los italianos nos hemos encauzado por el camino de la repatriación”, que no será posible si no corrijamos, por el camino, “desequilibrios e injusticias”. 

Concluyó con las palabras del profesor Pietro Carmina, profesor de filosofía muerto en la explosión de Ravanusa, dirigidas a los jóvenes: “Usen las palabras que les enseñé para defenderse y para defender a aquellos que no las tienen. No seáis espectadores, sino protagonistas de la historia que vivís hoy. Métanse dentro, ensucien sus manos, muerdan su vida, no se adapten, se comprometan, no renuncien nunca a perseguir sus metas, incluso las más ambiciosas, carguen sobre sus hombros a quien no pueda. No sois el futuro, sois el presente. Os lo ruego: no seáis nunca indiferentes, no tengáis miedo de arriesgaros para no equivocaros”.

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