Si mañana se presentaran juntos en casa del Presidente de la República, Sergio Mattarella (Meloni, Salvini y Berlusconi), ¿quién creería en la duración del Gobierno? Pocos. Giorgia ya se ha protegido. Después de las últimas declaraciones “robadas” del Cavaliere, en las que ha afirmado, quizás malinterpretado quizás no, que la guerra es culpa de Zelensky y de ser uno de los cinco mejores amigos de Putin, la primera ministra ya no confía en él.
Así que quiere lanzar un gobierno de muchos técnicos excluyendo a Forza Italia. La política exterior de Italia, subrayó, debe ser “clara e inequívoca”, atlantista y en apoyo de la OTAN en la guerra Rusia-Ucrania. Por lo tanto, ya ha decidido, a menos que se produzca una gran retrospectiva: el forzista Tajani no podrá ser ministro de Asuntos Exteriores, la Defensa recibirá un hombre de peso y confianza.
Mattarella le dará el trabajo. También porque mientras tanto los dos se han sentido muchas veces para “desmenuzar” las palabras de Silvio y encontrar una solución. Meloni ya se ha asegurado el apoyo de los moderados para llevar adelante el nuevo Gobierno que, ciertamente, no nace con una buena estrella. Nació ya redimensionado porque tendría un alma menos de derechas, lo que satisface a Europa y a los socios y a los italianos que esperan soluciones rápidas y pragmáticas. La elección de dos pesos políticos máximos a presidentes de Cámara y Senado ya es menos preocupante.
Si quiere gobernar y no durar unos meses, Giorgia debe necesariamente moverse al centro. En este punto la incógnita es Berlusconi, que no aceptará ser un simple número tres del Gobierno y un socio no demasiado estimado en la coalición. ¿Qué hará?
