En Italia la política se divierte jugando con el Ejército. Para desmontar los derechos

Intelectual, filósofo, sumo pensador, ¿qué más? Italia es ese gran país que logra hacer de un general una celebridad del pensamiento. El hombre en cuestión es Roberto Vannacci, autor de un libro en el que está un poco enojado con todos (homosexuales en primer lugar que no son “normales”, feministas, ambientalistas, inmigrantes, familias LGTB, grupos de presión gay, etc.), cuyos contenidos no son solo descuidados, pero son parte de esa fobia a la diversidad a la que una cierta política nefasta y sin escrúpulos apunta para obtener votos.

A un país normal le habrían bastado las palabras de reproche del ministro de Defensa, Guido Crosetto, y las del Ejército, a las que Vannacci pertenece, que definió las palabras escritas “consideraciones totalmente personales”. Un militar en servicio tiene más responsabilidades que escribir libros independientes. Para su función, debe servir al Estado y nada más. Su deber no es participar en la Isla de los Famosos en el futuro. Pero como Vannacci es bueno para la política, vamos a escuchar mucho sobre él.

El ministro de Infraestructuras Matteo Salvini, número dos del Gobierno, por lo tanto no un desconocido, se le ha montado inmediatamente encima: “Vannacci ha sido señalado como un peligro. Pero yo me compraré este libro, porque antes de comentar y juzgar es justo conocer y entender. Leeré el libro de este general que hizo misiones en Somalia, en Irak, en Afganistán, que salvó vidas, que defendió la patria, el país, la bandera… Me niego a pensar que en Italia existe un Gran Hermano que te dice: esto lo puedes leer y esto no lo puedes leer”. Salvini monta las polémicas y repite el ritrito refrain, que ya había sido del general, del hereje Giordano Bruno y de su condena a la hoguera. Que tiene que ver con el general.

Ahora está claro quién ha “armado” a Vannacci: ese clima pestilente que se respira desde hace tiempo, esa parte marcha del país que quiere cancelar los derechos a toda costa. Pero también está claro ahora quién quiere instrumentalizarlo y hacerse héroe. ¿De qué luego? ¿De las “ideas” expresadas en el libro? Es cierto que el caso Vannacci será la ocasión para el enésimo ajuste de cuentas en el centro-derecha. Pero con el ejército en el medio es mejor bromear poco, ¿verdad Giorgia?

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