“La carbonara es americana” (y también el Parmigiano Reggiano). ¿Pero qué polémica es?

Una reconstrucción de fantasía. Es la que figura en un artículo publicado por el prestigioso Financial Times, una entrevista al profesor de historia de la alimentación en la Universidad de Parma, Alberto Grandi, según el cual la carbonara sería americana y el Parmigiano Reggiano en realidad es heredero de los quesos de Wisconsin.

No es necesario repasar los chistes de Alberto Sordi alias Nando Moriconi en la célebre película en la que el chico de la aldea veía todo con estrellas y rayas, pero ciertamente la historia es grotesca. “Un ataque surrealista a los platos símbolo de la cocina italiana precisamente con motivo del anuncio de su candidatura como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad a la Unesco” comentan los productores, añadiendo que la llamada “gastropiratería” ha alcanzado niveles inimaginables en estos años.

El Parmesan o el Permesito argentino, el Cambozola alemán que gorgonzola no es, la lasaña plástica, la Zottarella, ciertamente no hecha de leche italiana, todos ejemplos de cuánto se aprecia la comida italiana en el mundo y, por desgracia, copiada. “Todo lo que yo, un italiano, pensaba que sabía sobre la comida italiana está mal. Del panettone al tiramisú, muchos ‘clásicos’ son en realidad invenciones recientes”, dijo el profesor en la entrevista. Grandes ideas históricas quizás, pero ¿quién se beneficia de esta polémica?

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