Marine quiere una alianza con los rusos. Y las presidenciales francesas se vuelven estratégicas para Europa

La mala figura militar de Putin en la invasión ucraniana no se corresponde con los buenos resultados políticos que el hombre fuerte de Moscú está manteniendo en toda Europa. El momento de escandalizarse por las atroces matanzas de las tropas rusas y nuestro continente, en evidente crisis de identidad a pesar de una cierta unidad mostrada en la reacción a los movimientos de Moscú, y ya parece estar cambiando la forma de acercarse a Rusia. Era de prever: fueron estrechas las relaciones de algunos exponentes políticos europeos (del alemán Schroder, que sin embargo es escuchado poco en su país, al italiano Salvini, de los serbios al húngaro Orban) en el curso de la última década.

Pero lo que ha afirmado en estas horas la candidata a Presidente de Francia, Marine le Pen (que irá a la segunda vuelta a finales de mes con Macron, dividida solo por unos pocos puntos porcentuales) es un paso adelante en la aceptación de las políticas del Kremlin que Europa no habría querido escuchar. De hecho, Marine quiere – en caso de que gane, por supuesto – una alianza con Moscú que sustituya a los valores europeos tal como los conocemos desde ahora. Europa, y para la OTAN vale el mismo discurso, debería convertirse en una alianza de naciones, nada más, según la conveniencia histórica y política.

“Por el bien de Francia”, país que tiene la energía nuclear es bueno recordarlo, Putin se convertiría – no se sabe por qué, pero ciertamente la admiración decenal por el líder ruso y las deudas que tiene el partido de Le Pen con los bancos moscovitas cuentan – un referente privilegiado que tendría amigos de toda la vida en el corazón de Europa. Le Pen quiere dividir el continente, está claro, en nombre de la soberanía de los Estados. Ya ha hecho saber que quiere desvincularse, incluso militarmente, de los pactos con la vecina Alemania. Sabe que puede contar con otros líderes europeos pro-rusos.

En resumen, quiere jugar la carta del populismo, hasta el punto de apelar a los líderes de extrema izquierda, los del candidato Melenchon, que en la primera vuelta alcanzó el 20% de los consensos. Le Pen quiere desaparecer las cartas después de haberse construido a lo largo de los años una imagen diferente de la que es: tierna con sus gatos, materna y protectora, olvidando quizás que de extrema derecha siempre ha sido, como su padre (cuyo doberman comió hace años al amado gato de su hija).

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