Pero el Lairen nunca cerrará

Noticia más infausta para quien como yo “nació” en la calle Canalejas no podría podido llegar. Cierra después de 37 años de honorable carrera el Bar Lairen, meta de pandillas iluminadas, dispuestas a compartir los cacahuetes y las cervezas, pero no las ideas, orgullosamente propias y muy sevillanas.

No servirá, a estos intelectuales verdaderos, intérpretes de una ciudad dedicada a los placeres de la compañía, cambiar de lugar. El Lairen era único, templo indiscutido de la lucha, cada vez más actual, en contra la ansiedad y el conformismo que hoy dominan. Carlos, Rafa, Antonio, Manolo y otros que, al pasar por allí y detenerse, han enseñado al mundo que todo tiene un tiempo y que quizás a veces vale más perder con dignidad que ganar (ganar lo que luego), herederos de la verdadera esencia de esta ciudad maravillosa que tiene el rockero y poeta Silvio y no algún general entre sus mitos, tengan en cuenta que Lairen nunca cerrará.

Porque el lugar imaginario de nosotros mismos no derriba la persiana ni siquiera de noche.

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